lunes, 23 de marzo de 2015

Mujer de amor con mi apellido


En el nombre de raza jubilosa de la cebra (hembra y macho); en el nombre de torpe movimiento del elefante (macho y hembra); en el nombre soberano del tigre, dulce de la gacela, mortal de muerte negra de la cobra; en nombre de la fauna de la selva de ignoto instinto e ignorado destino.

En nombre de la estrella polar y de los círculos ártico y antártico; en nombre del lucero del alba y las constelaciones pitagóricas, serenas y acordadas; en el nombre de las mareas, del tifón gris, del maremoto terrible, de la luna, del cachorrillo de oso de los hielos.

En el nombre de la bellota negra, la cebolla contrita, los fundamentos del ajo y el aceite; en el nombre rizado del perejil; en nombre del maíz de espiga promisoria; en nombre de las varias dulzuras del ancho repertorio orquestal de los frutos de las cuatro estaciones; en nombre de los frutos extraños, el aguacate, la chirimoya, el mamey, la papaya y el mango, y otras carnes melífluas de los trópicos, así como de los almibarados y admirables, jugosos y salvajes frutos ecuatoriales.

En nombre de los vientos sagrados de bellísimo nombre: el aquilón, el bóreas, el austro, el cierzo, el siroco, el pampero, la brisa que soplaba en las lecturas de Paolo y Francesca, la que ondulaba las cortinas del cielo de Buda y la Gioconda.

En nombre de las aves de ornato, aves de ex-libris, ceremoniales, de atrevido diseño, el pavo real, la cigüeña, la garza, la lechuza, el pelícano, la cacatúa, el loro, el papagayo, el halcón y hasta inclusive el cisne de las mitologías.

En nombre de las partes pudendas, el pene enhiesto, la vagina fragante, los testículos en su zurrón de cuero deleznable, y aún la geografía de la erogenia y sus osados huecos y promontorios. En nombre de la cópula sagrada y de la suave lengua y sus designios sorpresivos.

En nombre del nacimiento, la muerte y la resurrección de los lobeznos humanos, y de los dioses de perfil podrido.

En nombre de las guerras, pestes y otros desastres naturales o del laboratorio de la muerte sin nombre.

En Tu nombre.

En tu nombre, Mujer de sílabas silentes. Hembra, Mujer, Esposa, Hermana putativa e incestuosa, Madre de los secretos de mi sangre y de la sangre de mi sangre, Cómplice de ignominia y dolor, y Camarada del desvelo y hembra de carne y hueso de mis urgentes escozores.

En Tu nombre, como creyente de Tu nombre sin tretas, Novia perfecta, inacabable, me pongo de rodillas.

(José Viñals. Animales, amores, parajes y blasfemias. Valencia, Germanía, 1998)

domingo, 22 de marzo de 2015

Nostalgia


Si chiama nostalgia e serve a ricordarci che, per fortuna, siamo anche fragili.
(Se llama nostalgia y sirve para recordarnos que, por fortuna, también somos frágiles.)

(Cesare Pavese. Il mestiere di vivere. Diario 1935-1950. Torino, Giulio Einaudi Editore, 1952)

viernes, 20 de marzo de 2015

Gólgota


No desesperes, uno de los ladrones se salvó.
No te confíes, uno de los ladrones fue condenado.
(San Agustín. Confesiones)

No somos santos; pero hemos acudido a la cita.
¿Cuántos pueden decir lo mismo?
(Samuel Beckett. Esperando a Godot)

(Imagen: Brendan Gleeson/ Padre James Lavelle 
en Calvary, 2014, de John Michael McDonagh)

jueves, 19 de marzo de 2015

Incandescendias


Una gran obra poética es menos el tri­unfo de una per­sona
que la ocasión que se nos ofrece a todos de reanudar una búsqueda idén­tica.
(Yves Bonnefoy)

Para ter­mi­nar, me gus­taría deten­erme un momento en esas líneas, en esos pasajes de un poema que cap­turan la aten­ción del lec­tor con más fre­cuen­cia que otros, y que al mismo tiempo devuel­ven al lector a lo que en real­i­dad es, en su propia vida, independientemente de la lec­tura que ha empren­dido y que ahora deja a un lado. Me pre­gunto si aún quienes pre­fieren pen­sar en tér­mi­nos de estruc­turas y efec­tos pro­fun­dos que unen a toda la mate­ria ver­bal, ¿no sue­len encon­trar en esos momen­tos de intensi­dad, de belleza, de repentina y poderosa sen­sación de cer­tidum­bre un indi­cio inequívoco de que la escrit­ura está con­de­nada a cierta het­ero­genei­dad? ¿Deberíamos sor­pren­der­nos ante esos cie­los despe­ja­dos en pleno tiempo nublado, ante esas súbitas ilu­mi­na­ciones, cuando la expe­ri­en­cia de lo que se nos rev­ela, con sus inno­va­ciones a lo que habita más allá del lenguaje, resulta sólo un tejido de momen­tos de ele­vación y de caída: instantes de entu­si­asmo —cuando los per­mite la con­fig­u­ración de cier­tas cir­cun­stan­cias, modificando la relación entre las pal­abras— acom­paña­dos de momen­tos en los que se aguarda en vano? Esta condi­ción fun­da­men­tal­mente cíclica de la expe­ri­en­cia vital no puede tra­ducirse a la con­tinuidad de un texto, a menos que se aban­done la ambi­ción que anima a esa expe­rien­cia; de otro modo, la escrit­ura adquiere un carác­ter frag­men­tario, se reanuda al azar y en momentos difer­entes, tras lo cual el libro que uno con­de­sciende a pub­licar no será sino una yux­ta­posi­ción de var­ios frag­men­tos, de entre los cuales un ojo exper­i­men­tado sabrá cómo entre­sacar las fisuras –aque­llos ver­sos que son a veces más inten­sos que otros— que recor­ren las plan­chas de metal y que con­ser­van indi­cios de antiguas incandescencias.

(Yves Bonnefoy. “Lever les yeux de son libre”, dans Nouvelle Revue de Psychanalyse (“La Lecture”), nº 37, París, Gallimard, 3 mai 1988)

sábado, 14 de marzo de 2015

El hundimiento



 Ya sea una piedra o un grano de arena, 
ambos se hunden igual en el agua.

(Park Chan Wook. Oldboy, 2003)

viernes, 13 de marzo de 2015

Televisión y literatura


El hechizo de la pequeña pantalla marcó muchas biografías intelectuales aunque, en una actitud a la defensiva y de desconfianza permanente frente a la televisión única de la dictadura, pocos novelistas se hayan atrevido a reconocerlo, y menos con la franqueza con que luego lo haría Muñoz Molina, al recordar que «en mayo del 68 nos quedábamos hasta las tantas mirando la televisión…»

Pero lo que sí fue una evidencia para los novelistas posteriores, apenas fue objeto de algunos títulos de época relativos a las virtualidades del medio. Incluso la crítica de televisión fue desdeñada por las grandes revistas de la Transición para quedar relegada al órgano oficial Tele-Programa.

Con todo, la televisión de comienzos de la Transición resultó ser una aliada excepcional de la novela a la hora de ganar lectores, de reactivar nuevos gustos narrativos y, en definitiva, de despertar un inusitado interés por la realidad inmediata e incluso de modificar la manera de percibir los acontecimientos que estaban sucediendo en España.”

(José Luis Calvo Carilla. “Contextos discursivos audiovisuales de la novela española de la Transición” (2008), en Antonio Ansón et alii. “Televisión y Literatura en la España de la Transición (1973-1982)”. Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2010)

miércoles, 11 de marzo de 2015

Canción del vigilámbulo


I

el "soñé que..."
el "soñé que..."
y no se trata de un simple eco,
ni de repetir las últimas palabras
que de una frase suenan
sino del eco sin palabras, sin cosas del lenguaje;
el eco
que golpea sin ondas: ínfimo,
cotidiano, prodigioso.

II

en este círculo me encierra,
en este otro me libera,
en este círculo me encierra,
no quiere que la muerte cercana se apodere
de estas bandas de tiza,
y aquí en el sueño están sus palabras
aunque no las reconozca;
aquí aunque no sepa qué dicen,
aquí aunque se posen sobre la función
de un sinsentido equivocado;
pero eso tampoco existe
aquí aunque ya no sea la infancia sino
su límite impreciso
en la lluvia, ahora, en esa borradura lejana,
el arco iris, en esa banda gris plomo
contra el amarillo vibrante del campo.
Y ella sentadita sigue dibujando rayas, rayas, círculos,
como si marcara el tiempo de su alegría en mí,
de su abandono en mí, de su presencia en
cada movimiento de su mano
pequeñísima en mí,
para alzar con su grafía la letra que alza hoy
esta ínfima edad para su vocecita milenaria,
los anillos de un destino del "ya no sé quién soy",
"en breve ya no sabré
sino apenas lo que miro",

III

más de lo que les hablo sin saber lo que digo
y otra vez amanece,
otra vez quiero escribir dentro de la fuerza de un círculo
que un lápiz trémulo dibuja en su retirada,
y otra vez la luz imperturbable del alba,
que ya no tiene ruiseñores ni alondras sino el resto
del deseo en un olvido de palabras,
de nombres incluso,
los más cercanos al horizonte de esperanza
para que la acción no sea el arte ni la vida,
ni la vida del arte,
ni una ni otro como membranas del mundo,
Duramadre, Píamadre y Aracnoides entre las Parcas
protectoras, que vuelven con este día, con
este dolor infuso en la claridad
como custodias de mi muerte y
son el vigilámbulo que cabecea,
el vigilámbulo que cabecea.

(Arturo Carrera, “Poemas inéditos”,
en La Nación, 6 de marzo de 2015)

martes, 10 de marzo de 2015

Aún


No,
no ha sido fácil,
vadear tantos ríos,
atravesar estaciones
sumergidas en la negación.

Lo que queda,
después de todo,
me atrevería a llamarlo
esencial. Por ejemplo:
estoy vivo.

Te amo.

(Paráfrasis a un poema de Jorge Riechmann) 


למרות הכל
עדיין

לא

.
לא היה זה קל
.
צליחת נהרות כה רבים
מעבר התחנות
השקיעה בהכחשות
.
לאשר נותר
לאחר הכל
הייתי מעז לקרוא
חיוני
.
כדוגמה
אני בחיים
אוהב אותך
.

(כפרפאזה לפואמה מאת ג'ורג' ריצמן)

    (Traducción de אנת חדקל)    

domingo, 8 de marzo de 2015

Paraíso


He intentado escribir el Paraíso
No os mováis
Dejad hablar al viento
Ése es el Paraíso
Que los dioses perdonen
Lo que he hecho
Que aquellos que amo traten de perdonar
Lo que he hecho

(Ezra Pound. Cantares completos. Tomo III. Cantar CXX. Traducción de José Vázquez Amaral. Edición bilingüe de Javier Coy. Madrid, Cátedra, col. Letras Universales, 295, 2000)

DEJAD HABLAR AL VIENTO
ÉSE ES EL PARAÍSO

Razones


viernes, 6 de marzo de 2015

Sucede


Sí, la luz
se alza,
flexiva,
sobre el talud.

¿Quién juega
al equilibrio,
quién conoce
su torpeza en plenitud?

Yo digo
sucede,
aquí entre las mieses
aventadas por la luz.

(Paráfrasis a un poema de Ernst Meister)

martes, 3 de marzo de 2015

Tres poemas de Mario Montalbetti


I

Magnificant

Después del trabajo remunerado, inmune,
casi nupcial, y de cuidar al hijo
que no caiga, y de hacer nocturno el amor,

apago los megavatios

y bebo alcohol hasta las puntas
(alcohol munerado, mune, casi nupcial)

y luego veo entre las costillas de las persianas

el alba naranja como una papaya madura
que cae del cielo
y se hace añicos sobre el pavimento.

II

Disculpe, ¿es aquí la tabaquería?

Nadie dice todo. Nadie dice nada.
Lo deseable es decir poquísimo.
Callar no es más radical.
Callar es como raparse la cabeza:
el pelo vuelve a crecer.
Pero decir poquísimo, decir lo mínimo

que uno puede decir,
eso es lo que nos permite decir algo.

III

Objeto y fin del poema

Es de noche y tiene que aterrizar
antes de que se acabe el combustible,
Así terminan todos sus poemas,
tratando de expresar con un lenguaje
público un sentimiento privado.

Su ambición es el lenguaje del piloto
hablándole a los pasajeros
en medio de una situación desesperada:
parte engaño, parte esperanza, parte verdad.

Todos los poemas terminan igual.
Hechos pedazos contra un cerro oscuro
que no estaba en las cartas.

Luego hallan los restos: el fuselaje,
la cola como siempre, intacta,
el olor a cosa quemada consumida por el fuego.

Pero ninguna palabra sobrevive.

(Mario Montalbetti. El lenguaje es un revólver para dos. Pontificia Universidad Católica del Perú, Colección Underwood, 11, 2008, en Lejos de mí decirles. Poesía reunida. México, Aldus, 2013)

NO SÓLO LO HE PERDIDO TODO
TAMBIÉN SÉ DÓNDE SE HA IDO

lunes, 2 de marzo de 2015

Sin afuera


Sin afuera. La conciencia extrema desemboca en obsesión: es opresión, aplastamiento contra un muro. Mismidad opaca que atrapa al yo. La conciencia extrema es la conciencia de la imposibilidad de salida […]. Y ése es el infierno: cuando no hay salida ni nada que hacer, cuando lo que hay es yo y solo yo, cuando no hay diferencias ni percepciones nuevas sino la amargura del siempre lo mismo. Nada puede cambiarse. Nada varía. […] No hay lugar para el olvido porque el condenado vive en el eterno presente del dolor. Nada pasa. Nada cura. Nada puede ser superado. Locura del ahora. Imposibilidad de cicatrización.

(Ana Carrasco Conde. Infierno horizontal. Sobre la destrucción del yo. Madrid, Plaza y Valdés. 2012, págs. 98-99)

domingo, 1 de marzo de 2015

Renuncia


Sólo somos dueños de nuestro destino en la renuncia.

(Carlos Castilla del Pino. Aflorismos. Pensamientos póstumos.
Barcelona, Tusquets, col. Marginales, 270, 2009)