sábado, 2 de mayo de 2015

Aquí estoy caminando


Aquí estoy, caminando entre Océano y Neptuno,
hundiendo mis pies en kilómetros y kilómetros de vida húmeda,
soy prácticamente invisible
frente a todo este desorden,
o yerro cerca de los bancos sobre las camisetas enterradas
o voy cuesta abajo en el cementerio
donde las familias quemadas duermen bajo el sol
o tomo un almuerzo seco entre cadáveres.
Acabaré mi caminata en dos horas
y me comeré el bocadillo en el parquecito
junta a la metodista de hierro.
Este es el primer paso.
Mañana empezaré de nuevo en Barnegat
y seguiré mi camino hacia Holgate o Ventnor.
Es algo diferente
de como era hace cinco años.
Tengo un segundo pasado que repasar
y por el que buscar, otros 3.000 kilómetros de orilla de mar
a tener en cuenta.
Todavía estoy intentando decidirme
entre uno de los hoteles estilo Art Decó
en Miami Beach, una pequeña habitación trasera sobre un patio
donde uno casi podría estar en Cuba o
en la Costa Rica de la dulce carne, y
una choza de madera en uno de los pantanos de mosquitos
en Manahawkin o los Outer Banks.
Pienso en una taza de té
y una galleta dulce,
o en una sopa de macarrones
y una lata de sardinas.
Si me pasara la mañana lavando camisas
podría leer durante dos horas
antes de dormir por la tarde.
Si caminara, primero, o nadara,
podría apetecerme escribir unas palabras
antes de ir a tomar un café, o por más agua caliente.
Me sentaré en las rocas negras
a establecer conexiones, cerca de la pequeña cuenca de espuma.
Miraré las huellas
entrar y salir del agua
y soñaré con un pequeño dios azul a quien hablar.
Estaré justo donde estaba
hace veinticinco años,
inhalando sal,
resoplando como un profeta,
dando la vuelta a la madera quemada;
justo donde estaba entonces,
soltando lastre,
viviendo en sueños,
encontrando una manera de cambiar, o de endulzar, mi torpe vida.
 
(Gerald Stern. Esta vez. Antología poética. Prólogo y selección de Curtis Bauer. Traducción de José de María Romero Barea. Madrid, Vaso Roto, 2014)

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