Estoy feliz de ser un ángel enfermo. Un ángel que puede
acoger la muerte con serenidad en cualquier momento. Estoy feliz de poder
anunciar a todos que el pecado ha resbalado por mí como el agua resbala por la
piedra del río. La piedra sigue en el fondo del lecho, aparentemente
silenciosa, pero pulida y lisa, y ni la lluvia ni el viento pueden tocarla. Y
sobre todo, la piedra del río, como la poesía, no podrá morir jamás. A pesar
del pecado y a pesar de la santidad misma.
(Alda Merini. La loca
de la puerta de al lado.
Trad. de Raquel
Vicedo. Madrid, Tránsito, 2021)
Sono nata il ventuno
a primavera
ma non sapevo che
nascere folle,
aprire le zolle
potesse scatenar tempesta.