lunes, 7 de febrero de 2011

Ante las ruinas del Convento del Rosal


(Convento del Rosal, Priego, Cuenca, 14 de julio de 2008)

Sueñan
lentos pájaros de agua. Sombras
que el frío de la noche hace escarcha
brillan en el jardín. Florece el tiempo de la Historia
en estas ruinas; por los muros desciende
una lenta armonía de humedad y tristeza. Amapolas y prados
florecidos y frescos,
crecen en torno a este silencio
medieval. Resurrección de líneas y colores y espacio.
Aquí la soledad, en los atardeceres, se hace música cárdena,
estremecido viento de tinieblas o luz, derrumbada
existencia.
               
Imagina que el tiempo desconoce tus ojos, o que te ha sido dado soñar, y la belleza efímera del sueño]
fuera un rumor de sombras que estalla contra el cielo.]
                    
                         La herrumbre de la tarde
se calcina en los bosques; el resplandor amargo de la vida
se hace canción aquí, deslumbradora geometría celeste. Gotea
el canalón del tiempo en las baldosas
ensanchando el silencio de la noche en el claustro.
                                                                                      Altas
capellanías de aire, dudosos capiteles
entre los escombros, pilastras olvidadas y ábsides
ahogados en los surcos; trozos de besantes y arcos
habitables aún.
                           Ha sido aquí la tarde
dura meditación, recogimiento o gozo, resurrección, asombro;
vida]
que de sus ruinas me levanta
hasta el frío universo de mis ojos cerrados.

(Diego Jesús Jiménez. Bajorrelieve. Premio Juan Ramón Jiménez de 1990. Huelva, Diputación Provincial, 1990; Bajorrelieve. (junto a Itinerario para náufragos). Edición de Juan José Lanz. Madrid, Cátedra, Col. Letras Hispánicas, nº 506, 2001. También en Iluminación de los sentidos. Antología. Edición de Manuel Rico. Madrid, Ediciones Hiperión, 2001).

2 comentarios:

  1. Simplemente, ¡maravilloso!
    Maestro Diego Jesús Jiménez,
    amigo Fernando.

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  2. Como bien sabes, Ricardo, qué bien supo Diego Jesús llevar a sus versos los paisajes serranos y alcarreños, los relieves y bajorrelieves; el tiempo de los filósofos, el agua de los ríos… haciéndolos para siempre inolvidables. Con igual belleza. Con mayor hondura.

    Un abrazo

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