Las ramas de los árboles están envueltas en fundas de hielo.
Las estrellas tan altas son destellos de hielo.
Helado está también mi corazón,
pero no fue el invierno.
Mi amiga,
mi dulce amiga,
aquella que me amaba,
me dice que ha dejado de quererme.
No recuerdo un invierno tan frío como éste.
(Ángel González. Otoños y otras luces.
Barcelona, Tusquets, 2001.
Franz Klin. Painting Number 2, 1954)
los corazones sin amor siempre tiritan.
ResponderEliminararturo
En las pequeñas, cotidianas e individuales desolaciones de los que oficiaron el rito de la despedida, queda la dolorosa aceptación del abandono.
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