Como Orfeo toco yo
en las cuerdas de la vida la muerte
y la belleza de la tierra
en tus ojos, que le administran al cielo
no sé que oscuras promesas
tu lecho y el clavel
que duermen sobre tu corazón
amanecieron mojados por el rocío
viste el río de aguas oscuras
pasar por ti
tendido sobre la ola de sangre
toco yo tu sonoro corazón
tus rizos se convirtieron
en el cabello sombrío de la noche
la negra oscuridad modela
tu rostro en flecos
los dos nos lamentamos ahora
en el lado de la muerte la vida,
y vislumbro
el azul en tus ojos cerrados para siempre.
en las cuerdas de la vida la muerte
y la belleza de la tierra
en tus ojos, que le administran al cielo
no sé que oscuras promesas
no olvides la mañana que de repente
tu lecho y el clavel
que duermen sobre tu corazón
amanecieron mojados por el rocío
viste el río de aguas oscuras
pasar por ti
en la cuerda del silencio
tendido sobre la ola de sangre
toco yo tu sonoro corazón
tus rizos se convirtieron
en el cabello sombrío de la noche
la negra oscuridad modela
tu rostro en flecos
y yo no te pertenezco a ti
los dos nos lamentamos ahora
pero como Orfeo reconozco
en el lado de la muerte la vida,
y vislumbro
el azul en tus ojos cerrados para siempre.
(Ingeborg Bachmann. Traducción de Jaime de la Gracia. Revista Arquitrave, 3 de diciembre de 2002)
Hoy, en el día de San Juan de la Cruz, felicidad para ti, amigo poeta.
ResponderEliminarVayan unos versos de tu santo patrón.
36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos
37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
Un abrazo
Gracias, amigo. Un abrazo
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