jueves, 4 de junio de 2009

En mi cuarto


En mi cuarto, sin nadie,
paso un dedo muy lento
sobre la carne sola
de mis labios. Aún jóvenes
ya es rara su sonrisa,
los aprieta el silencio,
su fuego quieto duerme
o se exhala, impotente,
contra el aire vacío.
Un día no lejano,
no temblará su carne.
Tal vez maduren cosas
del alma, con los años,
para que ellos las digan
desde su sequedad.
Hoy ya solos, mañana
marchitos, en el fin
silenciosos;
labios por donde mana
o arde la vida, lento
mi dedo os acaricia,
descubre casi un ruego
esta noche
en vuestra carne sola.

(Ricardo Defargues. Antología (1960-2004).
Sevilla, Renacimiento, 2004.
Edward Hopper. Habitación de hotel, 1931.
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid)

3 comentarios:

  1. EL QUINTO ELEMENTO

    somos

    agua
    pero todavía morimos
    de sed

    aire
    pero aún no sabemos
    cómo elevarnos

    fuego
    pero incapaces de dar
    calor

    tierra
    pero nos asusta
    volver a ella

    somos dioses
    con complejo
    de hombres

    (David González: "Algo que declarar. Poesía de no ficción", Bartleby Editores, 2007)

    Un saludo.

    Vicente

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  2. Hola Vicente. En la cultura nipona (vertiente budista) el quinto elemento es el vacío (manantio primero del sentido y la belleza, de la plenitud y las proyecciones vitales), similar y tan diferente al "akasha" hinduista o al "aither" (éter) de los griegos, que era el aire más puro, luz celestial, esencia que sólo podían respirar los dioses --yo, pobre mortal, prefiero el aire casi impuro de esta montaña (elemento secundario en el "I Ching") mezclado con el humo de Mister(Hyde)Lucky Strike o Miss Golden Virginia...

    Un abrazo

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  3. Pues yo, todo un elemento, me declaro sin ningún complejo...

    Ya que te dices pobre mortal, Fernando, te pongo aquí un poema de Wyslawa Szymborska.

    Abrazote.

    CONTRIBUCIÓN A LA ESTADÍSTICA

    De cada cien personas,

    las que todo lo saben mejor:
    cincuenta y dos,

    las inseguras de cada paso:
    casi todo el resto,

    las prontas a ayudar,
    siempre que no dure mucho:
    hasta cuarenta y nueve,

    las buenas siempre,
    porque no pueden de otra forma:
    cuatro, o quizá cinco,

    las dispuestas a admirar sin envidia:
    dieciocho,

    las que viven continuamente angustiadas
    por algo o por alguien:
    setenta y siete,

    las capaces de ser felices:
    como mucho, veintitantas,

    las inofensivas de una en una,
    pero salvajes en grupo:
    más de la mitad seguro,

    las crueles
    cuando las circunstancias obligan:
    eso mejor no saberlo
    ni siquiera aproximadamente,

    las sabias a posteriori:
    no muchas más
    que las sabias a priori,

    las que de la vida no quieren nada más que cosas:
    cuarenta,
    aunque quisiera equivocarme,

    las encorvadas, doloridas
    y sin linterna en lo oscuro:
    ochenta y tres,
    tarde o temprano,

    las dignas de compasión:
    noventa y nueve,

    las mortales:
    cien de cien.

    Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.

    WYSLAWA SZYMBORSKA

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