Voy a volver a mí, como vuelve el gusano al capullo.
Renaceré en el canto de la mina volada en el Oeste. Saltará la larva al aire con las alas cerradas y bajará conformar su hogar en la antracita. No va a alcanzar el vuelo en mil generaciones. Nadie medirá el hueco en que me alojo, la cueva se descubre traspasando el enjambre que vigila el huevo de la reina.
¿Quién vigila la pupa? La suspendida mosca en la tela de araña.
Así ha de ser mi renacer, un continuo derroche de líquido embrionario, una carga doliente en la rama del roble. Mi renacer será esdrújulo, como la cúrcuma enraizada en el nombre de la tierra.
Para volver a mí pondré distancia de hoy hasta mañana, el tiempo me es propicio y volverá la primavera a sacudir los nidos saturados.
(Manuela Temporelli. Sabor de moras en agosto. Madrid, Bartleby Editores, 2022)
Suben por las laderas las armas con sus hombres,
los hombres con su hambre
el hambre con su horca
la horca con su oficio de hacer quebrar la rama.
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