La segunda vez no se oía nada
salvo la música de las esferas deslizándose sobre la tierra caliente una
noche de verano; la primera vez ya tenía bastante con respirar, pero la tercera
vez, oh dios mío, la tercera vez que hice el amor, en el asiento delantero de
un coche (después pasamos al de atrás), escuché todos los discos de la Motown.
Se llamaba Diana y olía a ropa
nueva y a frutas del bosque.
Todo eso a la vez.
La Motown y frutas del bosque.
Una y otra vez.
(Fernando Nombela. Autobiografía
del rock and roll)
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