Dice mi madre que la primera vez
que vi a Elvis Presley en televisión (fue en El rock de la cárcel; entonces yo
tendría tres o cuatro años, y, por fortuna, aún no existía entre la clase
obrera la hiperactividad:
me hubieran atiborrado a anfetaminas, como hicieron con el Rey), me pasé
varios días sin poder parar de moverme y de recorrer suelos, techos y paredes
con mis manos, con mis flacas caderas y con mis píes.
Lo de las anfetas vino mucho
tiempo después, pero esa es otra historia de la que os iré hablando.
(Fernando Nombela. Autobiografía del rock and roll)
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