Mataron a mis ocho hermanos
y a mi padre le cortaron en pedazos
¡Chak! ¡Chak! ¡Chak! delante de mí.
(Testimonio de María Magdalena Gutiérrez en la película
documental Lágrimas de Wayronco (2008) de Jorge Meyer)
I
ENE
Todos los días son distintos y no tienen nombre a orillas
del Ene
donde las pirañas se muerden las uñas en agua de chocolate
Siempre es otro el que llega desde Puerto Ocopa trepando por
las aguas
El otro el que es distinto el que no es Asháninka
Bebe masato masticado y templado en bocas de bienvenida
bebe para no ofender al cazador al jefe
colorete rojo en mejillas de niños guerreros de madres
guerreras
de hombres guerreros diezmados
por lo innombrable
cazados por otros hombres por armas que escupen muerte
Tierra y barro en vez de yuca de papa de carne de mono
tierra para comer sí para comerla templada cuando se
convierta
en excremento
y los pies guían a la carrera la huida para la selva
llegan los otros los que no son Asháninka sin frazadas teñidas
de ocre
y con gorras de Adidas matan
trocean chak chak chak al padre ante el hijo a la madre ante
el esposo
al hijo ante la madre
lo trocean todo los trocean a todos
Chak chak chak
o a casi todos
Y los que quedan comen tierra lloran tierra escupen tierra
y beben miedo año tras año
En el Ene las pirañas se muerden las uñas ante el espanto
II
GUERRERO Y FUEGO
Se prenden las luciérnagas en Pueblo Libre guiando la
eclosión del ómnibus
que desprende de su vientre
compañerismos forzados músicas obligatorias
calles en sombra
En San Martín con Vivanco reza un cartel imaginario:
abandonad
toda esperanza los que entréis de sed
y de silencios está escrita la
bienvenida al Antiguo Queirolo
Bañado en pisco con lima limeña sigo la trocha perfilada de
retamas amarillas
de
esperanza gaseosa de agujeros invertidos hielo que enfríe
la mala
conciencia de todas las épocas
la poesía
Alguna de las cien flores de quinua sembradas por Arguedas
donde nacen las nubes se salpica
de aguardiente que prepara
las gargantas aparte las
conciencias y grita con poemas
sólo eso
entre huaynos y eucaliptos en llamas compañeros ausentes
ríos
que no son
ríos trenzas enredadas en manos ásperas
balas que
intentan talar las utopías Hildebrando Pérez Grande
canta invicto al pachacuti original
Donde los poemas se escurren entre barrotes del ventanal
vaciándose
de épica intelectual adormecida y navegan
por aguas
encorvadas sin doctrinas que esquilen las palabras
¿Sabes que escribir en
un país como el nuestro es ejercer un poder?
donde lo
translúcido opaca la sintaxis que va de arriba
a dónde se
alquilan biblias para enseñarte a creer
Cuando Máximo Damián provoque el llanto del violín será
el último
día del calendario mudo y danzarán las tijeras
se abrirán
las palabras y la cruz del sur no será cruz
será el punto de la última usura para el desgarro de siglos
de papa negra y palpables
ennegrecidos con las manos
manchadas de tantas bendiciones
de conquista
(Jorge
Meyer. La carga. Madrid, El sastre de
Apollinaire, col. Poesía, 11, 2016.
Miembros del pueblo Asháninka en la imagen)
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