Mira, amor, la hierba del camino
a un lado del sendero,
mitigadas las luces
por una nube terca, miserable,
unas briznas de hierba combativas
que esperan agotarse en poco
tiempo
aún buscan el fulgor de la mañana
y se estiran pidiendo
desesperadamente
algo que no sea sombra,
un vestido de luz que
intensifique
su delirio de savia verdecida.
No saben que el verano
no tardará en llegar
y que es cuestión de tiempo
que la utopía de la vida eterna
se deshilache en paja,
se transmute
en amarillo sol adelgazado.
Pero aún crecen.
Bajo tus ojos
crecen.
(Paco Moral. El verano de los cazadores de luces. Lastura, Ocaña, 2016)
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