No son como los poetas: chivos expiatorios.
No están encadenados a la roca.
De ahí el silencio, lo sublime.
(Virginia
Woolf. Las olas. Traducción de
Dámaso López.
Edición de María Lozano. Madrid, Cátedra, col. Letras
Universales, 209, 1994)
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