En
estos mundos en los que triunfa el culto de los ideales, de universales
generadores de mitologías --totalitarias o democráticas--, el individuo pasa
por ser una cantidad despreciable. Únicamente se lo tolera y celebra cuando
pone su existencia al servicio de la causa que lo supera y a la que todos
rinden culto. El Sacerdote, el Ministro, el Militante, el Revolucionario, el
Funcionario, el Soldado, el Capitalista, todos brillan como auxiliares de estas
divinidades que producen el consenso de la mayoría. ¿Dónde están las
individualidades solares y solitarias, mágicas y magníficas? ¿Qué se ha hecho
de las radiantes excepciones en las que se encarna hasta la incandescencia esta
conciencia que no se disuelve bajo la opresión? ¿Qué pasa con los cometas que
atraviesan el cielo solitarios y soberbios antes de desaparecer en la noche?
(Michel
Onfray. Política del rebelde. Tratado de resistencia e insumisión. Traducción
de Marco Aurelio Galmarini. Barcelona, Anagrama, 2011)
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