miércoles, 23 de abril de 2008

James Laughlin

Te habías quedado dormida / a mi lado y tus cerrados // ojos estaban tan bellos / en la penumbra los dedos // de una mano se curvaban / lo mismo que los de un niño / contra la mejilla yo / escuchaba la cadencia // de tu aliento ese vaivén / lo hice mío con el tuyo // un solo aliento los dos
Porque hay algunas cosas / para las que no hay nombre // no tienes que ponerte / a inventarlos los términos // que tomas de los viejos / poetas son bonitos // para leerlos en páginas / pero los que yo quiero // escuchar y sentir / los únicos que quiero // proceden de tus labios / proceden de tus manos.
Hecho ya el amor tenemos / sueño nos acurrucamos / juntos como dos cucharas / adaptadas cada una / bien a la otra mi brazo / te rodea está mi mano / sosteniendo tu seno / y puedo sentir incluso / tu pie en los dedos del mío / tu pelo largo se extiende / entre tu espalda y mi pecho / te hablo bajito al oído / aprietas por un momento / mis dedos ya nos dormimos.
Llegaste / como un pensamiento cuando yo / había dejado atrás tanto pensar. / Llegaste como una / canción cuando yo había terminado / de cantar. / Llegaste cuando el sol acababa de empezar / su ocaso. / Eras la estrella de mi atardecer.
En amor lo que una vez / fue bello puede volver // siempre cuando la tormenta / escampe o se lleve el viento // las nubes no te apresures / ni cierres tu corazón // nunca hay nunca en el amor
(James Laughlin. Poemas de amor.
Trad. de Juan Antonio González-Iglesias.
Pórtico de Jacques Darras.
Santiago de Compostela, Linteo, 2007)

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