jueves, 30 de marzo de 2017

Francisco


Yo, Francisco,
me he convertido en el juglar de Dios,
pero a mi antiguo caballo,
el que murió junto a mí,
lo sigo soñando:
era un animal lleno de miedo,
era mi cuerpo.
Lo dejé morir
en un cruce de calles,
y sólo entonces sentí
el innoble hedor de mis vicios,
de mi violencia.
Me he convertido en la cúspide de la caridad
porque un día Dios
sin yo merecerlo
se inclinó sobre mí
y me besó las manos.

(Alda Merini. Francesco. Canto de una creatura. A cura di Arnoldo Mosca Mondadori. Prefazione di Gianfranco Ravasi. Milano, Sperling & Kupfer, 2015. Imagen: Francisco dando un sermón a las aves, según el fresco de Giotto di Bondone de la Basílica Papal de San Francisco, en Asís)

 (Io, Francesco, / sono diventato il giullare di Dio, / ma il mio remoto cavallo, / quello che mi è morto a lato, / l’ho sempre sognato: / era una bestia piena di paura, / era il mio corpo. / L’ho lasciato morire / all’angolo delle strade, / e solo allora ho sentito / l’ignobile puzzo dei miei vizi, / della mia violenza. / Sono diventato il vertice della carità / perché Dio un giorno / immeritatamente / si è chinato su di me / e mi ha baciato le mani.)

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