Hay que escribir para los
desdichados. Quienes poseen las riquezas de este mundo sólo se instruyen por su
propia experiencia, las ideas abstractas, en cualquier asunto, les parecen
tiempo perdido. No es así para los que sufren: la reflexión es su refugio más
seguro y, aportadas por el infortunio de las distracciones de la sociedad, se
examinan a sí mismos.
(Madame de Staël. Reflexiones sobre el suicidio (junto con
De la influencia de las pasiones). Traducción
de David Martín Hernández. Córdoba, Berenice, 2007)
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