jueves, 7 de abril de 2016

Oriana


Oriana se echó en el manto de la doncella en tanto que Amadís se desarmaba. La doncella se alejó para dormir en unas matas espesas. Amadís volvió, cuando vio a su señora tan hermosa y en su poder, se sintió turbado y no osó mirarla. Allí, en aquella verde hierba, más por la gracia y comedimiento de Oriana que por la desenvoltura u osadía de Amadís, se convirtió en dueña la más hermosa doncella del mundo. Y las encendidas llamas de sus amores fueron desde ese día más ardientes, como suele acaecer en los sanos y verdaderos amores.

(Garci Rodríguez de Montalvo. Amadís de Gaula. Edición de Ángel Rosenblat. Madrid, Castalia, 1991, 2ª edición. Imagen: The Accolade Stretched Canvas (1901) de Edmund Blair Leighton)

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