domingo, 4 de octubre de 2015

Nueva Epístola a Boscán (Rafael Escobar)


A Fernando Nombela

Tú eres como yo, no eres capaz de querer a nadie
lo cual es una forma provocadora de decir
que el odio no te concierne tampoco,
que el negocio de renta hueca de los hombres
te resulta asunto ajeno, jerga extraña,
y ambos crecemos en un erial propio,
en otra tierra cuya impiedad acepta el trueque
de esta anestesia del saber por vida,
tus amados manuscritos, tus libros,
como yo, te niegas a reconocer el peso de su vanidad
a verlos pasar mintiendo la gloria que nos prometieron
alardeando su impostura mientras el tiempo nos mata,
y los relees, los intimidas con tu anhelo,
les colmas con devoción sus bordes de notas,
como si trazaran la orilla de una isla de redención
y no fueran otra piel exhausta que añadir
al muladar vano que suman nuestros días,
oh y cuán corrido estoy
de haberte alabado las delicias del canto,
también yo seré culpable de tu tristeza
cuando te desuelle con su mano firme el desconsuelo,
cuando suene implacable el viático en tu sangre
y descubras que era pecado de joven necio, frívolo,
creer que en la anécdota de tu dolor
latía el eco de un aliento universal,
pensar que podíamos encerrar un relumbre de la belleza
en este afán pobre de nuestras sílabas contadas.

(Imagen: detalle de Virgen con Niño y dos ángeles de Fra Filippo Lippi, 1455)

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