È
difficile dire con parole di figlio
ciò
a cui nel cuore ben poco assomiglio
(Pier
Paolo Pasolini)
Yo
sí me he sentido hijo, el hijo por excelencia, único
protegido,
amado, custodiado, reprimido, adorado, inexacto…
Y claro que
tú has sido, madre, el único amor de mi vida.
Por
ti se hicieron imposibles las grutas de ningún otro amor.
De
tu gracia nacería mi angustia, y afuera se doraban
las
espaldas y los sexos y los sedosos cabellos de belleza y bellos;
fuera,
porque ellos eran hermosura y sexo, pero tú, querida mía,
tú
sola, única, excelsa, el reino sublime y terrible del amor.
Ahora
sé que debí tener otros amores, que los necesitaba,
pero
es tarde acaso, tú lo gobernabas todo con esplendorosa rigidez.
Y
no he podido, madre, o no he sabido. Soy un niño que llora
a
ratos. Tu amor perfecto ha sido mi perfecta, dulce esclavitud.
Tu
amor me protegía y me llenaba de miedo, de pavor
incluso:
La irremediable desdicha de perder tu protección.
Ahora
debiéramos ser libres, madre, ahora que tú eres vieja
y
casi yo también. ¡Qué tarde todo, cuánto fracaso en nos!
Pero
asimismo cuánta maravilla en el horror, y no
hablo
de cuerpos gráciles, entregados a la dicha juvenil…
Sobrevivimos:
no somos nada el uno sin el otro.
Falte
quien falte, al final, nos necesitaremos los dos.
Hemos
hecho otro mundo, otro amor imperfecto y grande.
Estoy
aquí, solo, contigo, en un futuro y florido abril…
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