Amor
mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque
la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del
otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo
más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo,
de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el
verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las
sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque
un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a
hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de
pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo
y eso que me querés como yo no te quiero.
(Julio Cortázar.
Rayuela. Barcelona, Sudamericana, 1963, capítulo 93)
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