I
Oscuridad
del sábado
Caminaremos
durante un milenio
Saldremos
primero a una calle
Un
genovés me traerá noticias tuyas
Te
esperaré desnudo
Nos
ven desde Santa Sofía
No
hay nadie que no nos vea
La
oscuridad del sábado
Mira
fijamente la iglesia polaca
Hemos
esperado durante un milenio
Por
primera vez estamos juntos en un poema
Dejando
sus prendas a la noche
Correrán
con nuestras noticias al sultán Mehmet
No
puedo decir espero verte de nuevo
Pues
nunca más podríamos volver a vernos.
II
Soneto
Los
soles, ella lo es todo de todo, yo estaba parado en un mar.
En
la luciente aurora, como Menelao, me levanté
Y
ahora reino de modo soberano en un país nuevo.
Al
divisar tu cara me torno blanco como una rosa.
Tal
vez nos hallábamos en los cielos de los primeros días
Donde
una nube y un viejo galeón chocaron.
Una
mañana absorbí el mundo con una honda mirada:
Hasta
el aliento de los potros mi oscuro rostro se deslizó.
Por
aquel entonces, en Troya tu belleza era única.
Cuando
arrastraron el océano a tu lado.
Una
vez más, como la aurora, brilló tu belleza:
Ahora
mis rayos de sol caerán para llevarte a horcajadas.
Mi
aliento de clavel dejaste atrás sin poder verlo.
Y
sin embargo con una mirada me hubieras hecho hermoso.
III
Murallas
Sois
de estirpe real
Yo
nada sé de imperios.
Un
día nos daremos cuenta de que estamos en los bazares
En
los bazares Constantino VI, la mano de San León, las sandalias de
Cristo
esa cara suya de no sé qué en los bazares
Delante
de las casas el obelisco godo, los soles del Monasterio de
Balikli
delante de las casas
Estambul
no había caído aún se freía muy buen pescado
No
había modo de que Estambul cayera.
Retiramos
de la circulación todas las monedas acuñadas con nuestro
nombre
no acuñamos monedas nunca más
No
aceptamos ni los medallones de Beato Majano ni los de Paolo
Bellini,
los rechazamos todos
No
necesitamos para nada las murallas nadie las necesita
Miren
eso sí que es cierto nadie necesita una cosa así
Vuestros
antepasados no se quedaron cortos a la hora de levantar murallas
No
bastaba nuestra infelicidad.
Estambul
no volverá a verme nunca más.
IV
Nuca
vi tales amores ni tales separaciones
Siempre
que pienso en ti
Una
gacela se inclina a beber agua
Y
yo ensancho los prados
Contigo
cada noche
Una
aceituna verde
Y
un pedazo de mar azul
Llévame
contigo
Cada
vez que te sueño
Planto
rosas donde mi mano toca
Doy
agua a los caballos
Y
me enamoro aún más de las montañas
(Ilhan
Berk. Mar de Galilea. Traducción de Clara Janés y Çagla Soykan. Madrid, Ediciones
del Oriente y el Mediterráneo, 2005)
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