Perdóname, pero en adelante habría sido todavía peor. Estoy gravemente
enferma, esto ya no soy yo. Te amo enloquecidamente. Entiende que no podía
seguir viviendo. A papá y a Alia diles –si los ves— que los amé hasta el último
minuto y explícales que caí en un
callejón sin salida.
(Marina Tsvietáieva, en su última carta, dirigida a Gueorgui Efrón, “Murlyga”,
su hijo. Confesiones. Vivir en el fuego. Presentado
por Tzvetan Todorov. Traducción de Selma Ancira. Barcelona, Galaxia Gutenberg/
Círculo de Lectores, 2008)
No hay vida que hubiera podido soportar mi presencia.
(Marina Tsvetáieva)
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