martes, 3 de junio de 2014

Los límites de la ciudad


Cuando piensas en el resplandor, que en vez de contenerse
vierte su abundancia sin seleccionar en toda
ranura o recoveco no cubierto o escondido; cuando piensas

que los huesos de los pájaros, sin estrépito,
van quedos por la luz como en alto testimonio; cuando piensas
en el resplandor, que da en los ramales más culpables

del urdido corazón y no rechista en influirlos,
sin disfraces ni oscurecimientos; cuando piensas en
la abundancia de esa fuente que ilumina los rielantes

cuerpos azules y las doradas alas de las moscas arremolinadas
sobre la mierda o las tripas de una carnicería natural
y cuya tormenta generosa no flaquea nunca; cuando piensas

que vacío o aire, nieve o pedernal, sepia o lobo, rosa o liquen,
cada uno es aceptado en cuanta luz pueda tomar,
el corazón se amplia, el hombre se incorpora y mira alrededor,

la hoja no se alza por encima del hierbajo, la oscura
obra de las más profundas células afina con los arbustos de mayo
y el miedo encendido por tamaño aliento se trueca sereno en alabanza.

(H. R. Ammons. Basura y otros poemas.
Versiones de Daniel Aguirre y Marcelo Cohen.
Barcelona, Lumen, 2014)