martes, 18 de septiembre de 2012

El iris salvaje


 Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.

Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.

Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.

Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.

Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.

Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz:
del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.


(Louise Glück. El iris salvaje.
Traducción de de Eduardo Chirinos.
Valencia, Pre-Textos, 2006)

3 comentarios:

  1. Es un poema precioso. Hay experiencias que sólo podemos intuir o dejar que la poesía nos traslade su emoción.
    Te agradezco mucho esta perla tan sutil.
    Francesc Cornadó

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  2. Amigo Fernando, últimamente estoy algo alejado del mundillo bloguero y apenas dejo comentarios y publico pocas cosas, pero debo decirte que sigo tus escritos y agradezco mucho los textos que estas publicando, a veces de creación y otras veces seleccionados, todos, todos son muy buenos.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  3. Muchísimas gracias, Francesc. Un abrazo

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