No es la
anarquía el mal principal que amenaza a la era democrática, sino más bien el
menor de ella. La igualdad suscita, en efecto, dos tendencias; una impulsa
directamente a los hombres a la independencia y puede llevarles a la anarquía,
y otra les conduce por un camino más largo y más oculto pero más seguro a
servidumbre. Los pueblos perciben fácilmente la primera y se resisten, pero se
dejan arrastrar por la otra sin darse cuenta.
Por lo que a
mí respecta, lejos de reprochar a la igualdad la rebeldía que inspira, la alabo
principalmente por ella. La admiro porque deposita en el fondo del espíritu y
del corazón del hombre esa noción oscura y esa tendencia instintiva a la
independencia política, y prepara así el remedio al mal que ella misma origina.
(Alexis de Tocqueville. La democracia en
América. (volumen I, 1835 –
volumen II, 1840). Traducción de Dolores Sánchez de Aleu. Madrid,
Alianza Editorial, 1980. Vol. II, pág. 244)

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