Sólo en la noche encuentro a mi amada
de noche, cuando más solo
en el llano en que no hay nadie
sino una dama que aúlla
con la cabeza en la mano
sólo en la noche encuentro a mi amada
con la cabeza en la mano.
Le ofrezco como el incienso
que otros reyes la donaran
mis recuerdos en la mano
ella me tiende su cabeza
y luego, con la otra mano
lenta a la noche señala.
Solo en la noche, en la hora nona
salgo a buscar a mi amada
y en el llano como ciervos
corren veloces mis recuerdos.
Tuve la voz, trovador fui
hoy ya cantar no sé
trovador, no sé hoy quien soy
y en la noche oigo a un fantasma
a los muertos recitar mis versos.
(Leopoldo Maria Panero. El último hombre.
Madrid, Ediciones Libertarias-Prodhufi, 1984. Imagen:
fotograma del filme Orfeo (1949) de Jean Cocteau)
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