por sacar de la farmacia las cremas más caras
y untarlas sobre las úlceras de los vagabundos.
Por dar de comer y beber a los animales que viven
dentro de los oboes y las tubas.
Por pintar esos trozos de paisaje que roban los barrotes
en las ventanas de los manicomios.
Por cambiar las monótonas canciones
de los semáforos para invidentes.
Por recoger los duendes de la lluvia
con máscaras de esgrima.
Por deslizar galletas debajo de las puertas
a los chicos castigados en el orfanato.
Por imantar el almacén
de la fábrica de armas.
Por volver a unir, a escondidas, los eslabones
de los péndulos de los zahoríes.
Por regalar unas gafas de eclipse
a la niña que se enamoró del sol.
Por arrullar y acariciar
a las reses del matadero.
a las reses del matadero.
(Julio Mas Alcaraz. El niño que bebió agua de brújula.
Madrid, Calambur, Colección Poesía, 124, 2011).
Está claro, amigo Fernando, no se pueden hacer las cosas bien, al final acabas cargándotela. Tienes que hacerlas como ellos te exigen, a su gusto y conveniencia.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Así es, amigo Francesc. Un abrazo
ResponderEliminarPero, aunque la despidieron, seguro que volvería a hacer lo mismo de nuevo.
ResponderEliminarOjalá todos tuviéramos el valor suficiente para hacer lo mismo sin miedo a ser despedidos.
Antonio
Aprendamos de la "despedida", solo por hacer lo que se debe hacer- Un abrazo
ResponderEliminarGracias,Lapislazuli, Antonio. Abrazos
ResponderEliminarDicha poesía es una expresión perfecta del..... AMOR .... del Corazóncito Humano sin egos y apegos....
ResponderEliminarUn buen camino a seguir por todos-as..... con la confianza eternamente acompañando...
Muy bonita,.... buena elección.
Gracias, Jesús. Un abrazo
ResponderEliminar