jueves, 25 de agosto de 2011

Versiones sobre el mar

(Al sur del Edén, agosto y 2011)

A Héctor Viel Temperley

El mismo mar nos pierde; nos encuentra y nos pierde. Tema de las olas: se arman, desobedecen, las crea el viento -¿su amor?- y se derrumban para volver a armarse con restos de olas anteriores, idénticas. Historia de amor: la planicie del mar, el viento que la oprime, y todo se levanta para perderse. Y todo tiende a disolverse contra una línea de aguas eternas y sol dilapidado llamada mar. Mar: abundancia de sinsentido humano. Alegorías: mostrar que desde un fondo de mar, marino, vendría la vida. Marina, salina, inmensidad de fuerzas paralizadas. Heráldica: mar inorgánico, mar vegetal, mar animado, mar que envejece en este cuadro. Y mar inmotivado con sus señales y sus sueños. Y mar inmóvil. ¿O no habría un culto de mar, marino...? ¿Con animales que se nutren de su ausencia abisal...? Nutriéndose de aplicaciones y explicaciones humanas: ¿algo se impregna con sabores humanos? Tus manos: ¿traen sabores de mar prohibidos para evocar la prohibición de amar a una materia que se descompone? Cuerpos y ondulaciones de esos cuerpos marcan su breve descomposición. Y sus formas anuncian nuestra leve recomposición. ¿Amar...? Sí: y en ese mar perderse. Llamar perderse a un extravío: mar amarillo, mar amariconado, la mar. La amarga superficie que nos refleja y nos revela plegándose sobre sí, sobre nos. Nuestra pluralidad: en nuestra singularidad plural construimos el 
nombre mar y el mar para sumarnos a la menuda sociabilidad de sus playas: arena política y falso mar rozando la desnudez de nuestras pieles politizadas. Pieles politizadas, pechos maternos, ceños paternos, ojos policiales, brazos humanos, mano pesada: indispensable, histórica. Como los cuerpos: piesecillos pulidos por el canto de las arenas -roce social- cuerpos sumidos en algún sueño de perfección, sueños marinos, arena temporal, señuelos de una muerte por derivas solares, cierta y a espaldas siempre del mismo mito. Muñón marino, piel depilada, piel lubricada para la humillación solar, ¿y habría un culto de mar, solar? Hagiografías urbanas: pieles de bronce, sonar del bronce de las pasiones chicas y por la gloria. Fraternidad urbana: ¿humana o mera imitación de un mar igualitario y dependiente? El mar semeja, el mar conduce, el mar identifica, el mar es un Estado de la materia. Y el mar crece con la acumulación de poemas de mar. Pero jamás conocerás tu verdadero mar: lo que difiere de los usos humanos del mar. Ni agua es su solución salina. Solución final: el mar, sin tiempo, acumuló en sus aguas todo el naufragio del universo. Y el mar, sin ti, es el naufragio del universo. Y el mar, sin textos, sería la espuma de un instante. Mirá: el mar, ¿no era el reflejo de aquel sol entrevisto mientras la olas reventaban contra tu cuerpo atónito...? ¿tras los cristales de la espuma...? ¿bajo su manto azul verdoso que se tornaba espuma, ex-agua...? Tu exigua escritura: ¿verías esa mirada o azul o verde, esa mirada falsa bajo el disfraz verdadero de las espumas...? Impresionante, che. Y oral: todo es ficticio en un poema sobre el poema. Y nada en el poema nada. Y en un poema nadas porque todo es oceánico en un poema de mar. ¡Si el mar es solo intermitencia de los cultos humanos! Y los cultos... ¡Piden que el mar occidental sea el sí de los hombres rendidos a sus orillas! ¡Pueblos en bajamar! ¡Patrias perdidas en lo oceánico, en el o-sea del sentido! Vayámonos, perdámonos así en este o-sea donde no hay mar ni nada: ni vos, ni mar, ni oleadas en tu cuerpo, ni ecos de vagas olas, ni obras que registraron navegaciones interiores, ni vientos que suplieron una apariencia de plenitud. Escuchemos: 

hombre
marino
late
tu corazón
y en tu mar padeces el hundimiento de un sueño de intensidad
y en su mar pareces el nacimiento de un sueño de inmensidaddesanudemos:
hombre
marino
late
tu corazón
y su pulso marino te suma y te sume en su mar

sumar:
una extensión inalcanzable
una invención inalcanzable
una intención inalcanzable
el hombre flota sobre sí mismo
flota sobre sí
flota
sobre

(Rodolfo Enrique Fogwill. “Versiones sobre el mar” (1985), 
en Partes del Todo. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1998).

3 comentarios:

  1. Gracias por tu hermoso regalo. Te aseguro que llegó a manos que lo van a disfrutar a pleno!!! Un gran abrazo

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  2. Gracias por ese 'jardín de flores ajenas'. También mi gratitud por tu trabajo y tu pasión.
    Si te traen tus pasos a Roma, ven a verme. Sigue siendo un peligro para caminantes, pero sortearemos los peligros con la astucia de los ingenuos.

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  3. Gracias, Emma. Gracias, Pedro Pablo. Sería estupendo fatigar las calles de la città aperta, de la --todavía-- capital del mundo.

    (LO QUE DEJÉ POR TI

    Dejé por ti mis bosques, mi perdida
    arboleda, mis perros desvelados,
    mis capitales años desterrados
    hasta casi el invierno de la vida.

    Dejé un temblor, dejé una sacudida,
    un resplandor de fuegos no apagados,
    dejé mi sombra en los desesperados
    ojos sangrantes de la despedida.

    Dejé palomas tristes junto a un río,
    caballos sobre el sol de las arenas,
    dejé de oler la mar, dejé de verte.

    Dejé por ti todo lo que era mío.
    Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
    tanto como dejé para tenerte."

    (Rafael Alberti. "Roma, peligro para caminantes". México, Joaquín Mortiz, 1968).)

    Abrazos

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