miércoles, 6 de julio de 2011

El jardín del verano


Quiero ir a ver las rosas en ese jardín único
que protege la reja más hermosa del mundo.

Donde las estatuas me recuerdan de joven,
y yo las recuerdo bajo el agua del Neva.

En el silencio perfumado de los tilos reales
oigo rechinar los mástiles de los barcos.

Allí, como antes, el cisne se desliza sobre siglos,
y admira el esplendor de su propia imagen.

Allí, para siempre, enmudecieron por miles los pasos
amados y odiados, odiados, amados.

Y no deja de desfilar el cortejo de sombras
desde el jarrón de granito hasta las puertas del palacio.

Allí mis noches blancas murmuran
sobre un gran amor, hondo, secreto.

Todo allí reluce de nácar y jaspe,
pero, misteriosa, queda oculta la fuente de luz.

Leningrado, julio de 1959

(Anna Ajmátova. El canto y la ceniza. Antología poética. (Junto a Marina Tsvetáieva). Traducción de Monika Zgustova y Olvido García Valdés. Barcelona, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, 2006. Imagen: la ciudad de San Petersburgo/ Leningrado y el río Neva pintados por Alexéi Petróvich Bogoliubov).

2 comentarios:

  1. Aunque desfile el cortejo de las sombras, aunque las noches blancas sean interminables sobre el Neva, aunque la perspectiva Nevsky se ponga triste con los recuerdos de septiembre, los tilos, amigo Fernando, vuelven a florecer, me lo dijo Marlene con su mirada dormida.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  2. Sí, Francesc, algún día, da igual que no sea de mayo, volveremos a pasear con Marlene bajo los tilos de los bulevares, en el corazón de Berlín.

    Un abrazo

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