(Mohammed Bennís ayer en la Biblioteca de Castilla-La Mancha)
Tu perplejidad
antes del descenso es tu perplejidad
durante el descenso
durante el descenso
I
Desciendo
y observo mi cuerpo descendiente Bajo la axila un vacío enorme El
frío y nada más me une a los huesos
No me había precedido lava alguna La tierra conservaba su aridez
Algo mío se separó de mí Había dolor en el descenso pero más
intenso era el placer
(...)
Desciendo
Tiene humedad el aire Esas nubes tienden hacia el violeta Allí una señal me indica los caminos que conducen hasta mí mismo Me refiero a una perplejidad
que hice mía de un vistazo
Recordé
a los que descendieron antes que yo
y me apenó un tiempo que siempre viene del humo
donde en pie sigo suplicando a una región que no me contempla
II
Desciendo
Tras uno o dos pasos (tal vez una parasanga pues me pierdo en cuestión de medidas exactas) saludé el arbusto del qat raro verso con el que se estremeció mi cuerpo
Desciendo
Ya nada recuerdo salvo la pureza cuyo destello casi me ciega Andares temblorosos que oía procedentes de una cavidad subterránea que en la imaginación tuve por mis pasos Ese algo resultó ser el vapor sometido a la atracción de vibraciones vertiginosas que no eran palabras ni no-palabras
Desciendo
Los miembros destrozados Es el dolor me dije pero no fue suficiente Es un montón de pánico me dije Y sin embargo en apenas un instante me fue dado comprender que el poema era la guía que su rostro estaba inacabado y que sería la dama de la llamada tras unas cuantas parasangas Al cabo fue sólo dudas Sin respuestas que el poema pudiera engrandecer Allí estaba el dolor pero más intenso aún era el placer
Desciendo
elevando mi aliento hacia lo más alto de cada exhalación Ése es el lugar de la escritura Noche sobre noche Por más que hayas imaginado por más que hayas reencontrado tu mano hasta hoy perdida entre dos esquirlas El descenso me conquista Acaso has guardado silencio Acaso has gritado socorro No encontrarás aquí más que partículas que en ti comienzan y en ti se disipan Algo se parece a un comienzo Y tuya es la llamada
Desciendo
por la sangre misma y para los funerales ellos llegan Cada poeta tiene su laberinto Como si el río fuera una palabra alumbradora Le grité Extiéndete Y ni se encogió alrededor de los demás ni de mí Sentí un desierto en la garganta En cada una de mis letras había un ruido metálico cuyo techo era de lágrimas Y este río se extiende por lo desconocido
(Mohammed Bennís. Un río entre dos funerales. Traducción de Luis Miguel Cañada. Barcelona, Icaria, 2010. NOTA: los versos transcritos pertenecen a los poemas "Desciende hasta ti mismo", "Desciendo" y "Río Ríos". La selección y disposición de los mismos es responsabilidad nuestra).
Desciende. Conmigo.
Hasta la dulzura de lo que.
Mueve
los pies
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