(Chet Baker. “Epílogo” a Como si tuviera alas. Las memorias perdidas. Traducción de Miguel Martínez-Lange. Barcelona, Mondadori, 1999).
NOTA: El club soterrado al que se refiere Chet Baker es (creo) y era el Jamboree Jazz, local mítico de Barcelona –un sótano sito en la Plaza Real-- abierto en el año 59, por donde, además de Chet Baker, pasaron Ella Fitzgerald, Lionel Hampton, Art Farmer, Lee Konitz, Lou Bennett, Dexter Gordon, Elvis Jones o The Ornette Coleman Trio, entonces con Billy Brooks a la batería --obviamente el genial free jazzy al saxo, alto y tenor-- y, al piano, el maestro Tete Montoliu. Casi nada.
Entre quienes queremos tanto a Chet, está Enrique Vila-Matas. Vid. “Querido Chet”, en Desde la ciudad nerviosa. Madrid, Alfaguara, 2000; o su relato “Chet Baker piensa en su arte”, en el libro de título homónimo publicado hace poco por Debolsillo en su recién estrenada y perfectamente portátil Biblioteca Enrique Vila-Matas.
Vid. James Gavin. Deep in a Dream. La larga noche de Chet Baker. Traducción de Juan Manuel Ibeas. Barcelona, Mondadori, 2004. Una biografía que no termina de gustarme: prácticamente sólo atiende a las tristes adversidades y a la sordidez yonqui de Chet, para así justificar el final aciago a que apunta el libro desde las primeras líneas, cuando sabemos –queremos tanto a Chet— que hubo gozo y esperanza y alegría y momentos de júbilo y milagros y mucha música de fondo y enamoramientos sin fin --como en nuestra vida-- en la vida de Chet).
Y, por supuesto, no se pierdan Let´s gets lost (1988) de Bruce Weber, probablemente (pienso en The Year Of The Horse (1997) de Jim Jarmusch o en No Direction Home (2005) de Martin Scorsese, y otras que no menciono, por no resultar prolijo) el mejor film documental sobre un músico que se haya realizado nunca.
Se llamaba Charlaine y era la bomba.
CHET BAKER
Hola, Fernando, hermoso epílogo y muy instructivo lo que luego comentas.
ResponderEliminarFue bueno volver a tu espacio.
Humberto.
Simplemente fantástico. Y no sólo esta entrada, en modo alguno.
ResponderEliminarFelicidades. Gracias a ti conocí a Chet. Esas noches de exámenes.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Humberto. Un placer visitar tu blog. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos. Eres muy amable (además de un grandísimo poeta). Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, mi querido Anónimo (¿eres Cuartero?), por tus felicitaciones. Un abrazote
ResponderEliminarmuy bueno. gracias!
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