martes, 28 de diciembre de 2010

Poesía

(En la habitación 123 del hotel La Tour Hassan de Rabat, 23-12-2010)

Era el pasado mi alimento.
Me daba la memoria el fuego
que me era preciso, aunque ese fuego ardiera
en la tierna lumbre de la imaginación.
Árboles, pájaros, ríos,
eran meras imágenes
que no iban más allá de la literatura,
como si sólo fuesen  los árboles del poema,
los pájaros de un canto melancólico,
los ríos por donde fluye el tiempo de la filosofía.
Ahora, al acordarme de todo eso,
mientras bebo despacio
esta copa de soledad,
no reconozco el escenario:
como si el viento hubiese barrido los árboles
y el otoño expulsado a los pájaros.
Como si el invierno hubiese desviado,
helado incluso, las aguas de los ríos.
Lo que veo, en el espacio en el que entro
por la puerta que me abriste,
es más sencillo que todo eso:
tú, con el rostro apoyado en las manos,
y los ojos que me traen toda la verdad del mundo.
Guardo conmigo, entonces, tu imagen.
Vivo cada instante que me dejaste,
y en todo ese tiempo que nos separa
vuelven a crecer los árboles,
otros pájaros cantan.
Y cómo corren los ríos del amor.

(Versión –pésima: entre otras cosas, casi doblo el número de versos del texto original, algo imperdonable, por no hablar de otras licencias-- del poema homónimo, que copio a continuación, de Nuno Júdice y su Teoría geral do sentimiento (Lisboa, Quetzal, 1999), incluido también en Poesia reunida, 1967-2000. Lisboa, Dom Quixote, 2000: O passado serbia-me de alimento. A memória dava me / o fogo de que eu precisava – mesmo que esse fogo ardesse / no lume brando da imaginação. As árvores, os pássaros, / os rios, eram imagens que não passavam da literatura, / como se fossem apenas as árvores do poema, os / pássaros de um canto melancólico, os rios por onde / corre o tempo da filosofia. Agora, ao lembrar me / de tudo isso, enquanto bebo devagar este copo de / solidão, não reconheço o cenário: como se um vento / tivesse varrido as árvores, um outono tivesse expulso / os pássaros, um inverno tivesse desviado os rios. O / que vejo, neste espaço em que entro pela porta que / me abriste, é mais simples do que tudo isso: tu, com / o rosto apoiado nas mãos, e os olhos que me trazem / todas as certezas do mundo. Guardo comigo, então, / a tua imagem. Vivo cada instante que me deixaste. E / no tempo que nos separa voltam a crescer árvores, / cantam outros pássaros, correm os rios do amor.)

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