lunes, 4 de octubre de 2010

Miguel Ángel Velasco (Palma de Mallorca, 1963-1 de octubre de 2010)


I

Lo digo siempre, tontamente me repito: la mejor manera, tal vez la única, de recordar y homenajear honrosamente la memoria de un escritor es a través de la lectura de sus libros. Si poeta: mejor en silencio, en soledad mejor.

II

Mi amor me ponía su misma ración en la mesa de noche,
la droga piadosa que ayuda a la carne en su duelo
pero pulsa a la vez nuestro oscuro apetito de muerte.
Yo no supe negarme,
aun sabiendo de sobra
la forma en que, al poco de auparnos en su órbita cálida,
secuestra un discreto albedrío,
ya que nuestro espíritu
es fácil captura
si el dolor ya se ha hecho fuerte en su plaza.

Tuve siempre por bueno el consejo
del sabio Avicena:
resérvale a la magra estación de la vida,
procurando a su huraña pendiente
un manso declive,
los manjares magos de la adormidera.
No antes: quedaban aún
unas cuantas leyendas
que contar a los hombres,
las mismas con que presentarme a la muerte.
Y también unos cuantos colchones
que tundir en la muerte pequeña.

Mi amor me ponía en bandeja sus fuertes beleños.
Mi pulmón se cegaba
de tanto aspirar el bárbaro polen.
Nos veía caer hacia el fondo enredados
en los eslabones de una veloz ancla.
Mi amor me sumaba en su hambre de olvido
a sus crudos festines;
pero ¿quién no ha querido llevarse algún día consigo
el amor a su tumba?

III

Probablemente sea éste uno de los poemas menos excelsos que conforman el extraordinario poemario La miel salvaje (Madrid, Visor, 2003) de Miguel Ángel Velasco. De entre los de parejos motivos iconográficos tal vez merecieran más justa memoria "La tregua", “La casa del dolor”, “Albert Hofmann” o “El alba enferma”, así no pocos de sus siguientes Fuego de rueda (Madrid, Visor, 2006) y Ánima de cañón (Sevilla, Renacimiento, 2010), o de los anteriores La vida desatada (Valencia, Pre-Textos, 2000), El dibujo de la savia (1992-1994) (Zamora, Lucina, 1998), Pericoloso sporgersi (Ciudad Autónoma de Melilla, 1986), El sermón del fresno (Iruñea, Navarra, Edotorial Pamiela, 1995), Las berlinas del sueño (Madrid, Rialp, 1981), Sobre el silencio y otros llantos (Madrid, Rialp, 1979) (vid. La mirada sin dueño. Antología poética. Sevilla, Renacimiento, 2008; Bosque adentro. Mallorca, Editorial Monograma, Col. La Bolsa de Pipas, nº 13, 1997). Recuerdo con mayor claridad, no obstante, este “Viático”. A pesar --tal vez por ello-- de que mi amor se fuera sin mí a su tumba.

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