El Homo sapiens es la única especie
que sufre de un exilio psicológico.
E. O. Wilson
que sufre de un exilio psicológico.
E. O. Wilson
Regresé a una larga fila de pinos,
una falange que hambrienta, en los huesos,
el camino flaqueaba, maraña
de escobo –dialéctica de negrura
y luz— y magnolias que florecían
como ideas tardías: cada flor
es rendición, blancas banderas entre
ramas colgadas. Regresé al confín
de la tierra, la franja de la costa
un corte limpio, enterrado en la arena:
mangle, roble de Virginia, hierbajos
segados y sustituidos con finas
palmas enanas, símbolos de triunfo
o desafío, que una y otra vez
señalan esta tierra derrotada.
Regresé a un campo de algodón, terreno
sagrado –según leyenda de esclavos--,
fantasmas: los que medían sus días
con peso de sacos y tiempo usado
en cada hilera, algodón salpicado
con su sudor, cosido en nuestras ropas.
Regresé a un rural campo de batalla
donde a muerte lucharon tropas negras
--Port Hudson, sus cuerpos al sol hinchándose--,
calcinándose— sin ser enterrados
hasta que el verde manto de la tierra
sobre ellos cayó, sin tumbas ni lapidas.
Donde nombres de calles, edificios
y monumentos son confederados,
donde esa vieja bandera aún ondea,
regreso a Misisipi, donde un crimen
fui –mulata, mestiza--, una nativa
en tierra natal: aquí yaceré.
(Natasha Trethwey. Guardia Nativa.
Traducción y prólogo de Luis Ingelmo.
Madrid, Bartleby Editores, 2009).
Traducción y prólogo de Luis Ingelmo.
Madrid, Bartleby Editores, 2009).
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