jueves, 5 de marzo de 2009

Nieve, nubes, amanecer y mimbre

3 comentarios:

  1. qué bonitas fotos,parece que estuvieras en el paraiso.besos

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  2. El viento se cuela por la chimenea produciendo terribles e inarmónicos silbidos y el humo revoca llenando la habitación de una atmósfera difícil de respirar. Es una escena habitual en los pueblos algunos días del crudo invierno, a pesar de que el fuego ya no es una necesidad; es más un elemento nostálgico, una forma de no romper definitivamente con viejas costumbres y antiguas necesidades encaminadas a desentrañar la magia de esas figuras inaprensibles… Descubrir la canción del viento en la chimenea, imaginar su paso agresivo por los surcos del rastrojo mientras la lumbre va dejando rastros de pavesa en la ropa y picores en los ojos.
    Las leyendas nos hablan de una historia inquietante, una historia que cuenta que aquellos que consiguen entender la canción del viento son candidatos seguros a la locura.

    Vicente

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  3. "Aún no pongáis las manos junto al fuego.
    Refresca ya, y las mías
    están solas; que se me queden frías.
    Entonces qué rescoldo, qué alto leño,
    cuánto humo subirá, como si el sueño,
    toda la vida se prendiera. ¡Rama
    que no dura, sarmiento que un instante
    es un pajar y se consume, nunca,
    nunca arderá bastante
    la lumbre, aunque se haga con estrellas!
    Este al menos es fuego
    de cepa y me calienta todo el día.

    Manos queridas, manos que ahora llego
    casi a tocar, aquella, la más mía,
    ¡pensar que es pronto y el hogar crepita,
    y está ya al rojo vivo,
    y es fragua eterna, y funde, y resucita
    aquel tizón, aquel del que recibo
    todo el calor ahora,
    el de la infancia! Igual que el aire en torno
    de la llama también es llama, en torno
    de aquellas ascuas humo fui. La hora
    del refranero blanco, de la vieja
    cuenta, del gran jornal siempre seguro.
    ¡Decidme que no es tarde! Afuera deja
    su ventisca el invierno y está oscuro.
    Hoy o ya nunca más. Lo sé. Creía
    poder estar aún con vosotros, pero
    vedme, frías las manos todavía
    esta noche de enero
    junto al hogar de siempre. Cuánto humo
    sube. Cuánto calor habré perdido.
    Dejadme ver en lo que se convierte,
    olerlo al menos, ver dónde ha llegado
    antes de que despierte,
    antes de que el hogar esté apagado."

    (Claudio Rodríguez)

    Un abrazote, Vicente

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