Todos los días observaba lo que ocurría en el barrio. Quién había
comprado un coche nuevo, quién se había ido de vacaciones, quién estaba
remodelando su casa, qué casa se había puesto en venta y por qué razón. Con frecuencia
la razón era el divorcio o la vejez. Veía la primavera llegar al parquecito,
veía el césped crecer, las viejas bellotas rejuvenecer. Veía el verano, el
otoño y el invierno. Los manzanos florecidos, las cerezas maduras, la fruta
caída. Las lilas que tan aromática fragancia desprendían. De vez en cuando me
acordaba de aquella tarde de primavera de 1968, en la que por primera vez hice
ese trayecto y mi vida cambió, porque ahí vivía la chica que se convertiría en
mi esposa. Iba a conocer a sus padres. Años después, en el terreno contiguo a
la casa paterna, construimos la nuestra.
(Theodor Kallifatides. Otra vida por vivir. Traducción de Selma Ancira. Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2025)
Vive el día de hoy. Atrápalo.
No confíes en el mañana incierto.
HORACIO
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