Jesús se suicidó. Jesús dice en San Juan X, 18: “Mi vida
nadie me la quita (nemo tollit eam a me
vitam) sino que yo mismo me desprendo de ella (sed ego pono aeam a me ipso) porque tengo el poder de tomarla (et potestatem habeo ponendi eam). En el
griego de Juan, Jesús dice, de modo más violento todavía: “Nadie puede
arrancarme mi psyché. Sólo yo soy
capaz de tomar mi alma”.
(Pascal Quignard. La
barca silenciosa. Traducción de Meritxell Martínez. Buenos Aires, El cuenco
de plata, 2010, página 18)
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