Un paseo por el Museo del
Prado nos recuerda lo bien que comprendieron los maestros antiguos (Goya,
Velázquez, El Greco), cuál era su oficio --posibilidades, dudas y certezas— y
cuál era, parafraseando a Auden, su lugar en el mundo.
(…)
Esa “decencia cotidiana” que refiere Eugenio
Montale en un poema cuando habla de aquellos maestros que tuvo en la infancia,
y que encontramos en los personajes humildes de Goya, El Greco y Velázquez, retratados
no ya como si fueran papas y santos, reinas y príncipes, sino como personas. Esa decencia cotidiana, en la
que nací y fui criado, es la que yo busco.
(Del libro Mensajes, incluido parcialmente en Soñé la muerte y otros poetas. Madrid,
El sastre de Apollinaire, 2011)
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