Tal vez sea, junto con “Espacio”
de Juan Ramón Jiménez, el poema en español más relevante del siglo XX.
Nadie que escriba en nuestra
lengua, ni aun en cualesquiera lenguas románicas, pues el decir que nos ocupa también
se nutre y recrea en la Antigüedad, podría hacerlo sin “Alturas del Macchu
Piccu”.
Disculpen la insolencia.
Preñado de pura tradición… ¿Se trata del español de América?
Yo no lo sé, pero siento que de este poema (y de Juan Ramón), viene toda la
poesía posterior. Venimos –esta falta de objetividad, tanto descaro— todos.
Los que seguimos gloriosamente
ardiendo.
(Algunas noches sueño con los
ojos de Caopulicán, sueño con el vértigo de Tupac Amaru, y una voz que se derrama en mis oídos comienza a decir:)
Del aire al aire, como una red vacía,
iba yo entre las calles y la atmósfera, llegando y
despidiendo,
en el advenimiento del otoño la moneda extendida
de las hojas, y entre la primavera y las espigas,
lo que el más grande amor, como dentro de un guante
que cae, nos entrega como una larga luna…
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