Dime que era verdad aquel
sendero
que se perdía entre la paz
de un prado;
aquel otero puro que he
mirado
yo tantas veces con candor
primero.
Dime que era verdad aquel
lucero
que se incendia casi a
nuestro lado.
Di que es verdad que vale un
mundo amado
y un cuerpo roto en un vivir
sincero.
Di que es verdad que vale
haber sufrido
y haber estado entre la mar
sombría;
que vale haber luchado,
haber perdido.
Haber vencido a la
melancolía,
haber estado en el dolor,
dormido,
sin despertar, cuando
llegaba el día.
(Carlos Bousoño. Invasión de la realidad.
Madrid, Espasa Calpe, 1962)
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