En mi país la poesía ladra
suda orina tiene
sucias las axilas.
La poesía frecuenta
los burdeles
escribe cantos silba
danza mientras se mira
ociosamente en la
toilette
y ha conocido el
sabor dulzón del amor
en los parquecitos de
crepé
bajo la luna
de los mostradores.
Pero en mi país hay
quienes hablan con su botella de vino
sobre la pared
azulada.
Y la poesía rueda
contigo de la mano
por estos mismos
lugares que no son los lugares
para filmar una
canción destrozada.
Y por la poesía en mi
país
si no hablaste como
esto
te obligan a salir
en mi país
no hay donde ir
pero tienes que ir
saliendo
como el acné en el
cascarón rosado.
Y esto te urge más
que una palabra perfecta.
En mi país la poesía
te habla
como un labio
inquietante al oído
te aleja de tu cuna
culeca
filma tu paisaje de
Herodes
y la brisa remece tus
sueños
–la brisa helada de un ventilador.
Porque una lengua
hablará por tu lengua.
Y otra mano guiará a
tu mano
si te quedas en mi
país.
(Enrique Verástegui.
En
los extramuros del mundo.
Lima, Milla Batres, 1971)
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