El
hombre es esta noche, esta Nada vacía, que contiene todo en su indivisa
simplicidad: una riqueza de infinitas representaciones, de imágenes, ninguna de
las cuales llega precisamente a su espíritu, o (más bien) no están en él como
realmente presentes. Es la noche, la interioridad o intimidad de la Naturaleza
lo que existe aquí: (el) Yo personal puro. En
torno a las representaciones fantasmagóricas está la noche: entonces surge
bruscamente, aquí, una cabeza ensangrentada; allá, una aparición blanca; y
ambas, bruscamente también, desaparecen. Esa es la noche que se advierte al
mirar a un hombre a los ojos: se hunden entonces las miradas en una noche que
se vuelve terrible; es la noche del mundo que se presenta ante nosotros
(Friedrich
Hegel, leído en Alexandre Kojève. La dialéctica del amo y del esclavo en
Hegel. Traducción de Juan José Sebreli. Edición a cargo de Alfredo Llanos. Buenos
Aires, Leviatán, 2012)
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