Hay
que saber morir como hombre para eternizarse como dios. En el Olimpo entran los
que hacen de su desaparición un poema perfecto, la verdadera materia
incorruptible.
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Lo
que es difícil de explicar caerá pronto en el olvido.
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Hay
poemas que de tan bellos, se esterilizan. No viene mal que se ensucien, de vez
en cuando, con nuestra porquería.
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No
te amo por lo que me das, te amo por lo que me quitas.
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Antes
de escribir pienso en el texto que quisiera leer; después me pongo manos a la
obra, y cuando termino, el libro pierde su interés para mí y lo adquiere, si
acaso, para otros.
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Aquella
lectura que no te sugirió otra lectura puedes darla por inútil. Los libros se
vinculan como un eslabón con otro eslabón.
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Nuestro
peor enemigo es el tedio; con tal de no caer en sus redes, somos capaces de
convertir la crueldad en un divertimento.
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Un
líder no tiene que ponerse en vanguardia, sino en la retaguardia para animar a
los rezagados.
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Cuando
ya nada me sorprenda, estaré en la antesala de la muerte.
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Amor
y desamor. Eros contra Anteros. Me desdeñas, te correspondo.
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Lo
que más envejece es contemplar la desgracia, impasiblemente.
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Hay
quienes sin un cargo no sabrían ganarse la vida. Tienen que escoger entre la
política profesional o la miseria.
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Esta,
en la que todos piensan, de la que todos huyen y por la que todos sufren, es la
más cruel de las certezas.
(Mario
Pérez Antolín. La más cruel de las
certezas. Prólogo de Victoria Camps. Tegueste, Tenerife, Baile del Sol
Ediciones, Col. Textos del desorden, nº 23, 2013).
Encuentro intrigantes estas frases, sin tapujos y reivindicativas, sin duda leeré este libro, gracias por la información. Un saludo.
ResponderEliminarEncuentro intrigantes estas frases, sin tapujos y reivindicativas, sin duda leeré este libro, gracias por la información. Un saludo.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Ana. Es un libro extraordinario. Un abrazo
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