Y fue a esa edad... Llegó la poesía / a buscarme. No sé, no sé de dónde / salió, de invierno o río. / No sé cómo ni cuándo, / no, no eran voces, no eran / palabras, ni silencio, / pero desde una calle me llamaba, / desde las ramas de la noche, / de pronto entre los otros, / entre fuegos violentos / o regresando solo, / allí estaba sin rostro / y me tocaba. // Yo no sabía qué decir, mi boca / no sabía / nombrar, / mis ojos eran ciegos, / y algo golpeaba en mi alma, / fiebre o alas perdidas, / y me fui haciendo solo, / descifrando / aquella quemadura, / y escribí la primera línea vaga, / vaga, sin cuerpo, pura / tontería, / pura sabiduría / del que no sabe nada, / y vi de pronto / el cielo / desgranado / y abierto, / planetas, / plantaciones palpitantes, / la sombra perforada, / acribillada / por flechas, fuego y flores, / la noche arrolladora, el universo. // Y yo, mínimo ser, / ebrio del gran vacío / constelado, / a semejanza, a imagen / del misterio, / me sentí parte pura / del abismo, / rodé con las estrellas, / mi corazón se desató en el viento.
(Pablo Neruda. Memorial de Isla Negra.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1964)
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