miércoles, 2 de abril de 2008

Aún

HUBO un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza y la lluvia.
Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría si dijese su nombre.

RECUERDO el frío del amanecer, los círculos de los insectos sobre las tazas inmóviles, la posibilidad de un abismo lleno de luz bajo las ventanas abiertas para la ventilación de la enfermedad, el olor triste de la sosa cáustica.

PÁJAROS. Atraviesan lluvias y países en el error de los imanes y los vientos, pájaros que volaban entre la ira y la luz. Vuelven incomprensibles bajo leyes de vértigo y olvido.
LA LUZ se anuncia en los cuchillos y entran mendigos al mercado. El incesante habla rodeado de frutos.
Aún es bello y miserable, dice sílabas exactas, atraviesa el olvido.
NO TENGO miedo ni esperanza. Desde un hotel exterior al destino, veo una playa negra y, lejanos, los grandes párpados de una ciudad cuyo dolor no me concierne.
Vengo del metileno y el amor; tuve frío bajo los tubos de la muerte. Ahora contemplo el mar. No tengo miedo ni esperanza.
AMÉ todas las pérdidas.
Aún retumba el ruiseñor en el jardín invisible.
(Antonio Gamoneda. De la sección "Aún"
en Libro del frío. Madrid, Siruela, 1992)

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