Cuando la autodestrucción entra en el corazón, al principio parece un grano de arena. Es como una jaqueca, una indigestión leve, un dedo infectado; pero pierdes el de las 8:20 y llegas tarde a solicitar un aumento de crédito. El viejo amigo con quien vas a comer agota tu paciencia y para mostrarte amable te tomas tres copas, pero el día ya ha perdido forma, sentido y significado. Para recuperar cierta intencionalidad y belleza bebes demasiado en las reuniones, te propasas con la mujer de otro y acabas por cometer una tontería obscena y a la mañana siguiente desearías estar muerto. Pero cuando tratas de repasar el camino que te ha conducido a este abismo, sólo encuentras el grano de arena.
(John Cheever. Diarios.
Traducción de Daniel Zadunaisky.
Barcelona, Emecé, 1993).
Traducción de Daniel Zadunaisky.
Barcelona, Emecé, 1993).
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