miércoles, 13 de marzo de 2024

Dizz

Yo estaba enamorada con una entrega que mis amigos juzgaban tóxica y romántica, e insistían en que pensara en mí y lo dejara, pero ahora, después de tantos años, después de ese funeral horrible y las cenizas que tiramos en Bass Rock Beach, ahora mismo lo recordaba con el pelo como un halo angelical y los dedos anchos que me tocaban con una delicadeza que no existe más, que se fue con él, con los gestos de atención y lengua entre los labios que hacía cuando usaba auriculares, cómo me compraba el lápiz labial rojo que a mí me gustaba, y esa noche que se dejó bañar hasta en los rincones más íntimos y me pidió que entrara con él en la bañera y susurró necesitamos un milagro y lloramos juntos, el agua salada de lágrimas y sucia de quién sabe qué, y nos fuimos a la cama y nos dormimos abrazados, y a la mañana siguiente él se despertó hecho una fiera y una vez más le busqué la enorme vena del brazo, una vena invencible bajo la piel pecosa, y le inyecté lo que quedaba y salió a buscar más dolor y más muerte y no volví a verlo nunca más, se perdió por ahí y apareció muerto en la calle semanas después.

(Mariana Enríquez. Un lugar soleado para gente sombría. Barcelona, Anagrama, 2024)

Me hundiré en el horror abismal de la locura y la muerte, o caminaré sobre el amanecer. 

(Marjorie Cameron)

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