lunes, 25 de septiembre de 2023

El oficio de escribir, el oficio de vivir


22 de octubre [de 2010]

Durante todos estos días no se me va la opresión en el pecho, la sensación de que voy a ahogarme: se trata de una reacción física que materializa la pérdida (mis padres, mi abuela, los amigos muertos o en paradero desconocido) y el olvido (palabras, nombres, títulos de libros y películas), que no es más que otra forma de pérdida, es el miedo a la muerte, angustia por todo lo que desaparecerá contigo, vivencias con personas, con libros, con música, lo que he vivido, visto, leído y escuchado, se está yendo conmigo, la canción, la película, eso que soy y se disuelve. En realidad es como si me muriera antes de la llegada de la muerte, seguramente se trata de una forma de cobardía, querer escapar de ella, ganándole la mano: muriéndote antes de morir, egoísmo, pensar que puedes manejar lo que nadie puede. Lo cierto es que estoy pasando unos días espantosos. Lo peor es que no me apetece salir a ninguna parte, ni ver a nadie, para poner a prueba mi claustrofobia cuando llega la noche bajo todas las persianas de la casa y me quedo allí dentro, en el ataúd.

A todo eso, no añado ni una palabra a lo que deberían ser las notas para una posible novela. No tengo un instante de calma a lo largo del día. Leo con dificultad. La opresión en el pecho no desaparece en ningún momento. Yo solo querría escribir, porque creo que poner esta angustia por escrito me libraría de ella, o me aliviaría, pero no lo consigo.

(Rafael Chirbes. Diarios. A ratos perdidos 5 y 6. Barcelona, Anagrama, 2023, páginas 736-737. Vid. Diarios. A ratos perdidos 1 y 2; 3 y 4. Barcelona, Anagrama, 2021 y 2022 respectivamente)

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