jueves, 17 de junio de 2021

Hacia la felicidad

Oye, desde tu muerte, el rumor del jardín

en esta tarde de junio, las flores suspendidas

en las fotos de los turistas, la transparencia

de los brotes como el tejido transparente

que cubre las piernas de esa chica,

toda esta geometría de la fragilidad.

 

El verano está ebrio porque no ha dejado de beber

desde primeras horas de la mañana. Va feliz

por las mesas de los bares o picotea en el agua

de la fuente un rectángulo de luz.

 

No hay ninguna arruga en el océano, ninguna huella del tiempo,

solo una superficie lisa en la que flotan, ingrávidos,

los barcos y los bañistas. Una mujer con un bikini celeste

sale chorreando la materia color caramelo

del agua, y va a donde tiene amontonada su ropa.

La playa huele a crema bronceadora, a marihuana,

a la cerveza de la claridad. La vida muere en una ola

y nace en la ola que se aproxima.

No es posible ningún pensamiento, solo este acontecer

diáfano de los sentidos, esta suspensión del yo.

Tal vez te moriste para que el dolor me haya traído

de nuevo hasta aquí, para encontrar de esta forma la felicidad.

 

La calma que nunca tuve se tiende ahora

sobre las superficies de las toallas, la pasión vuelve a volar

como un pájaro marino por los cristales de unas gafas de sol.

 

Viví tan lleno de miedo que no tenía refugio,

temí y destruí lo que debía amar. La muerte ensucia

lo que más se quiere, como los perros y los insomnios.

 

Pero solo quien conoce el agua y la tierra

sabe que guardan el secreto de la germinación.

 

Las huellas están detenidas en la arena mirando el horizonte.

La brisa empieza a quitarle ya el polvo al océano

para que pronto luzcan las estrellas.

 

Los libros están en silencio bajo las sombrillas, esperando.


Todo espera porque entre tú y yo puede haber noche pero nunca muerte,

puede haber lejanía pero nunca ausencia.

Este trozo de mar me lo enseñaste tú.

La sabiduría nos lleva a la infancia.

(Diego Doncel. La fragilidad. Madrid, Visor, 2021)

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